Diciembre y Rayuela

Diciembre ha llegado, el muy antipático.

En el tren no me han dejado pasar. Y es que NOV no es igual a DIC en ningún caso, pero además sobre un billete naranja tiene la capacidad de encender luces rojas y emitir un pitido desagradable que acrecienta el desasosiego que ya genera el hecho de ver que vas a perder el tren que necesitas para llegar a la hora por haber olvidado que noviembre tiene tan solo treinta días.

Al llegar a Madrid,  peores noticias: «meniscopatía externa: rotura del cuerpo libre de la parte anterior del menisco externo, los cuernos anterior y posterior no afectados». Con ese nombre no puede ser bueno. Supongo que habrá que operar, y no que amputar. Vaya, que ni tan mal: una epidural de nada y que te hurgen un rato la rodilla, ris-ris, ras-ras y a casa. Me muero de la ilusión.

Por otro lado, llevo desde las doce de hoy con la misma sensación que se te mete en el cuerpo cuando pierdes algo y no sabes qué es, y sabes que tienes que buscarlo y encontrarlo y no sabes cómo. Bueno, eso no es del todo correcto, porque en realidad sí que creo saber como puedo encontrarlo: perdiendo otra cosa, para que pueda ser sustituida por la anterior. Es complejo, por lo abstracto, pero tampoco es tan difícil de entender. Es más bien difícil de aplicar.

De todos modos no es todo tan horrible, porque Cortázar existe y me habla del Pont des Arts, donde no está la Maga, y entre las líneas se respira aire bohemio y parisienne; todo eso que parece tan triste, misterioso y bello, me alegra el día por un momento hasta que se me pone un nudo en el pecho que se mezcla con la sensación del párrafo anterior y entonces casi que se me saltan las lágrimas mientras huelo las páginas de un libro del que sólo llevo leídos dos capítulos pero estoy convencida de que me va a marcar profundamente. Porque es Cortázar, y Rayuela, y uno de diciembre de dosmilnueve.

«(…) lo que llamamos amarnos fue quizá que yo estaba de pie delante de vos, con una flor amarilla en la mano, y vos sostenías dos velas verdes y el tiempo soplaba contra nuestras caras una lenta lluvia de renuncias y despedidas y tickets de metro.»

Rayuela, Julio Cortázar.

~ por unpeniquepormispensamientos en diciembre 1, 2009.

3 respuestas to “Diciembre y Rayuela”

  1. No importa que llegue Diciembre. Bueno, sí importa, porque es bueno que llegue diciembre, éste y el del futuro. Porque si llega estás «del lado de acá» y si no llega estás «Del lado de allá». A mi me preocuparía más eso de «los cuernos anterior y posterior no afectados». No sabría muy bien como tomármelo.

  2. Igual que Noviembre ha dado paso a Diciembre sin que te haya tiempo a darte cuenta, la rodilla pasará de necesitar ser operada a estar como nueva. Te lo digo por experiencia propia.

  3. Preciosa manera de empezar diciembre

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